La exposición pone su foco de atención, desde una mirada estética actual, a la primera aportación del Pablo Picasso (1881-1973) a la definición del "arte moderno". Con apenas 25 años, en 1906, Picasso es un artista aún joven, pero ya maduro en sus criterios estéticos. Dejando atrás la bohemia y el pesimismo, se muestra vital y expansivo, incluso sensual; se acerca a planteamientos libertarios y anhela la refundación de la experiencia artística.
Con el apoyo de marchantes y coleccionistas, y relacionado con un potente grupo de creadores coetáneos, vive entregado al sentido "procesual" de su obra, busca "lo primordial" y desarrolla su trabajo en tres registros: el cuerpo, la forma y la interculturalidad.